En 1944, se firmó el Tratado entre México y los Estados Unidos de América, en el que se distribuyen las aguas de las cuencas de los ríos Colorado y Bravo. El Tratado de 1944 brinda certeza al desarrollo de la frontera norte. Los 6 estados fronterizos (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) representan el 40.5% del total del territorio de México, aportan el 25% del Producto Interno Bruto de México y el comercio fronterizo es de un millón de dólares por minuto. La vigilancia del cumplimiento de los tratados, la negociación de acuerdos y la operación de la infraestructura sujeta a dichos acuerdos está a cargo de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, CILA, dependiente de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

David Eduardo Guevara Polo
Miembro del Comité del Agua
Colegio de Ingenieros Civiles de México

La presa Hoover, ubicada en el río Colorado, tuvo una caída importante en el almacenamiento de agua por consecuencia de la intensa sequía presente desde finales del 2020. Debido a esto, por primera vez en la historia del Tratado, surgió la necesidad de realizar disminuciones proporcionales en los volúmenes de agua que se extraen del río. Ante esta situación, Estados Unidos se está preparando. Por ejemplo, el estado de Arizona invertirá 3000 millones de dólares para desalinizar 8 m3/s de agua del mar de Cortés y conducirla a donde la requiere. En México debiéramos prepararnos también, dado que las ciudades de Mexicali y Tijuana, así como el distrito de riego 014, dependen de esta fuente de abastecimiento. Una alternativa es el reúso y la recirculación del agua para todos los usos. En cuanto al uso agrícola, del lado mexicano ya se tienen proyectos con el objetivo de reutilizar el agua de los retornos agrícolas y en la ciudad de El Paso, Texas hay un ejemplo de que se puede tener reúso potable directo.

La situación para el cumplimiento del Tratado es complicada para México. En la cuenca del río Bravo, se tienen porcentajes de almacenamiento del 39.5, 18.1 y 68.1% en la cuenca alta, media y baja, respectivamente. La presa Falcón, ubicada en el río Bravo, se encuentra a un nivel que compromete el volumen que corresponde a México. En octubre del 2020 se inició un nuevo ciclo de entregas de agua, pero el panorama no es favorable: 2020-2021 es el periodo en el que menos agua se ha entregado a EE. UU. en la historia del Tratado. En las presas internacionales, el nivel de almacenamiento es del 11.5%. Esta situación ha obligado a México a recurrir a agua de la presa Marte R. Gómez (El Azúcar), ubicada en la cuenca del río San Juan, para suministrar agua a las ciudades tamaulipecas de Matamoros y Reynosa. Por esa razón es crucial reordenar las concesiones y asignaciones de la cuenca del río Bravo.

El medio ambiente y el cambio climático son asuntos prioritarios en la agenda del gobierno de Estados Unidos. De igual manera, la entrada en vigor del TMEC y sus implicaciones en materia de gestión ambiental de las cuencas, hacen que el saneamiento fronterizo tenga alta prioridad para ambos gobiernos. En este sentido, recientemente, hubo una reunión entre una delegación mexicana (integrada por funcionarios de SRE, Semarnat y Conagua) y su contraparte estadounidense (integrada por la Embajada de EE. UU. en México, la Enviromental Protection Agency, EPA y International Boundary and Water Comission, IBWC) en la cual se acordó un Programa de Saneamiento de la Frontera Norte. De este programa destaca que la EPA se comprometió a realizar una inversión de 300 millones de dólares en el control de la contaminación del río Tijuana. Por otro lado, el citado programa incluye modernización, construcción, operación y mantenimiento de plantas de tratamiento. Ahora bien, además de su implementación, se tienen las prioridades de promover la cooperación para incrementar los recursos financieros de ambos países, y modernizar las acciones para el cumplimiento del Tratado.

Al igual que se comparten aguas superficiales de los ríos previamente mencionados, también existen aguas subterráneas almacenadas en acuíferos transfronterizos y que no están reglamentadas por el Tratado, aunque sí están bajo la jurisdicción de la CILA. Los vecinos del norte tienen un interés creciente en estudiar los acuíferos transfronterizos y tienen iniciativas en distintas universidades y centros de investigación para poder caracterizarlos y analizarlos. En una iniciativa de la UNESCO, nombrada International Shared Aquifer Resources Management y creada para caracterizar los acuíferos transfronterizos del mundo, se destacó que la franja fronteriza México-EE. UU. es la más problemática del continente americano por ser una región árida y por las asimetrías entre los países. Además, varios de estos acuíferos tienen algunos problemas.

En primer lugar, el acuífero Juárez-El Paso es uno de los que motivó el estudio de acuíferos transfronterizos debido a la alta concentración de pozos y la caída de los niveles de agua subterránea en los 80s. Ahí se estableció el Distrito de Riego del Valle de Juárez, cuyas 30,000ha se regaban desde el siglo XIX, lo cual está provocando efectos transfronterizos detectables en EE. UU. En segundo lugar, el acuífero de la cuenca baja del río Colorado se está salinizando debido a la infiltración de retornos agrícolas y al revestimiento del Canal Todo Americano y otros canales en la zona, lo cual compromete la buena calidad que posee en sus 1000 metros de espesor. En tercer lugar, el acuífero Allende-Piedras Negras está ubicado en una zona de importante desarrollo y se caracteriza por el afloramiento de 4 m3/s en manantiales con muy baja salinidad; se encuentra cerca de los yacimientos no convencionales de lutitas y los depósitos de carbón, ambas fuentes potenciales de contaminación. En cuarto lugar, los acuíferos del bajo río Bravo tienen agua salobre o salada en depósitos de baja permeabilidad, la cual podría ser objeto de desalinización ya que su costo sería menor que desalinizar agua de mar. El conocimiento y la protección de estas fuentes de abastecimiento es fundamental y por esa razón, es crucial reanudar el monitoreo de las aguas subterráneas y formular planes de manejo para los acuíferos transfronterizos científicamente fundamentados y basados en un marco de cooperación internacional e interinstitucional, aprovechando el interés de nuestros vecinos.

Las reflexiones de esta columna están basadas en las conclusiones de la Sesión 7 del 31 Congreso Nacional de Ingeniería Civil. Los panelistas fueron el Dr. Humberto Marengo Mogollón, Subdirector General Técnico de la Conagua y Ex Titular de la Sección Mexicana de la CILA; el Lic. José de Jesús Luévano Grano, Secretario de la CILA, y el Ing. Rubén Chávez Guillén, Ex Gerente de Aguas Subterráneas de la Conagua y especialista internacionalmente reconocido en acuíferos. El moderador de la sesión fue el M.I. Óscar Vega Roldán y el secretario fue el autor de este artículo.

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